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Teotihuacan: Ciudad de Agua, Ciudad de Fuego
de Young Museum30 de septiembre de 2017 a 11 de febrero de 2018
La Primera Ciudad de las Américas
Teotihuacan—el enorme sitio arqueológico situado en el noreste del Valle de México conjura visiones de pirámides colosales y largas avenidas rodeadas de montañas y volcanes. Pero aquí hay más de lo que se ve a primera vista. Dentro y debajo de las múltiples plazas, edificios y estructuras monumentales descansan secretos que apenas ahora están saliendo a la luz.
Tres pirámides–dos ejemplos masivos y un tercero más pequeño–anclan el centro de la antigua ciudad, que se remonta al período entre 100 AEC y 500 EC. Es difícil para nosotros en el siglo XXI imaginar el enorme esfuerzo humano requerido para construir estos grandes íconos de la arquitectura sin el uso de animales de carga o herramientas de metal.
En su apogeo Teotihuacan ocupaba aproximadamente 20 kilómetros cuadrados (ocho millas cuadradas). Algunos arqueólogos han determinado que hacia 100 EC numerosos grupos de personas migraron a Teotihuacan, aunque no se sabe lo que provocó estas reubicaciones. Teotihuacan fue la ciudad más densamente poblada en la América precolombina con aproximadamente 100,000 habitantes; fue el centro cultural, político, económico y religioso de la antigua Mesoamérica.
Esta exposición analiza hallazgos de las tres principales pirámides, todas ubicadas a lo largo de la monumental Calzada de los Muertos, así como de varios de los complejos habitacionales que albergaban a la población de la ciudad.
La Pirámide de la Luna
¿Qué fue lo que atrajo a una población tan numerosa a Teotihuacan? Un templo modesto construido a los inicios de la historia de Teotihuacan (aproximadamente 50-100 EC) sugiere que una religión poderosa podría haber atraído a muchos grupos de personas de las áreas circundantes. A través de los siglos se amplió este templo resultando en una pirámide de más de 42 metros (137 pies) de altura. De los monumentos de Teotihuacan es el segundo en tamaño. Hoy se le conoce como la Pirámide de la Luna.
Durante una etapa de expansión de la Pirámide de la Luna, hacia 250 EC, se incrementó significativamente la estructura, lo cual revela un período de mayor riqueza y centralización política en la ciudad.
Elaboradas ofrendas fueron enterradas durante la dedicación de esta pirámide una vez acrecentada. En cada entierro se colocaron grupos cuidadosamente arreglados de esculturas de piedra verde y obsidiana y objetos de pizarra, pirita y cerámica. También se encontraron esqueletos humanos y de animales en muchos de los entierros de la Pirámide de la Luna.
En el centro de cada entierro había figuras humanas, como las que se exhiben aquí, hechas de obsidiana y piedra verde. Al examinar los materiales que se emplearon en la creación de estas figuras, podemos comenzar a responder a algunas de las incógnitas concernientes a esta ciudad.
La Ciudadela y la Pirámide de la Serpiente Emplumada
La Pirámide de la Serpiente Emplumada es la tercera estructura en tamaño en Teotihuacan. Su nombre proviene de las serpientes ondulantes talladas en sus costados. Se encuentra en la plaza conocida como la Ciudadela, un lugar donde los teotihuacanos se reunían y llevaban a cabo grandes rituales públicos.
La Ciudadela rodea a la Pirámide de la Serpiente Emplumada y consiste en quince plataformas escalonadas alrededor de una enorme plaza hundida. Los arqueólogos han encontrado evidencias de que la inmensa plaza puede haber sido inundada periódicamente en ritos que la convertían en un simulacro del mar primordial. La Pirámide de la Serpiente Emplumada simbólicamente se convertía en la montaña sagrada que, según la narrativa mesoamericana de la creación, emergió del mar primordial para empezar el tiempo. El tiempo y el antiguo calendario mesoamericano eran considerados como cíclicos y requerían de renovación ceremonial. La Ciudadela podría haber sido el sitio de ceremonias masivas para el apaciguamiento de los dioses y para recordar a la población del derecho divino de los líderes de ejercer su autoridad bajo los auspicios de la Serpiente Emplumada.
En 2003, arqueólogos mexicanos descubrieron un gran túnel del largo de una cancha de futbol, que corría de occidente a oriente debajo de la Ciudadela y la Pirámide de la Serpiente Emplumada. Este túnel se construyó en los inicios de la historia de Teotihuacan, hacia 100 EC, antes de la construcción de la pirámide.
Una década de exploraciones en el túnel ha resultado en una amplia gama de objetos notables tanto por su complejidad como por su cantidad. La investigación e interpretación de sitio y los hallazgos continúan, pero han permitido a los investigadores establecer que el túnel es obra humana y proponer fechas de eventos clave. Aparentemente el túnel fue sellado y reabierto en múltiples ocasiones entre el tiempo de su construcción y la clausura definitiva (hacia 250 EC que coincide con la construcción de la Pirámide de la Serpiente Emplumada). La evidencia apoya la interpretación de que se trataba de una representación del inframundo –un espacio sagrado subterráneo que coincide con nuestra impresión del espacio ceremonial encima como un sitio para recrear las narrativas del origen del universo.
En la cosmología mesoamericana, los túneles proporcionaban el acceso al inframundo, considerado un lugar acuático lleno de riquezas y semillas nutritivas; habitado por deidades y fuerzas creativas responsables de mantener el orden en el universo. Los arqueólogos han encontrado que las paredes del túnel brillaban; habían sido espolvoreadas con pirita, un mineral reflejante de la luz. Las paredes deslumbrantes recreaban el ambiente reluciente de un lugar cósmico.
Se depositaron más de 50,000 ofrendas en el túnel; la riqueza de las ofrendas es testigo de la naturaleza sagrada de lo que posiblemente fuera el espacio ritual más importante en Teotihuacan.
El tamaño de la Pirámide de la Serpiente Emplumada no llama la atención en comparación con las Pirámides del Sol y de la Luna, pero los cuatro costados fueron cubiertos de lujosos tallados monumentales que representan el mayor esfuerzo de todos los programas esculturales de Teotihuacan, y demuestran la importancia de la estructura.
La fachada muestra serpientes ondulantes con cabezas rodeadas de coronas de plumas. Los cuerpos de las serpientes soportan a elementos que parecen ser tocados, de tipo facial, con narigueras talladas debajo de la mandíbula superior. Estas imágenes podrían representar a un cocodrilo primordial, un símbolo posteriormente utilizado por los aztecas como un signo calendárico para marcar el principio de una nueva era.
Aproximadamente cien años después de que se construyó, la fachada occidental de la Pirámide de la Serpiente Emplumada fue cubierta por una construcción nueva y las esculturas de los otros tres costados de la pirámide fueron dañadas o removidas deliberadamente. Los expertos todavía no han podido descifrar a ciencia cierta qué evento político derivó en esta destrucción. Estos dos tallados se encontraron en diferentes lados de la base de la pirámide.
La Pirámide del Sol
La Pirámide del Sol domina el centro de la ciudad. Es el monumento más grande de Teotihuacan y uno de los más grandes de todo el mundo antiguo. La estructura se construyó en un solo esfuerzo masivo alrededor de 200 EC. La planta cuadrada cubre 49,943 metros cuadrados (aproximadamente 60,000 yardas cuadradas) y se eleva a 63.5 metros (200 pies) de altura, siendo uno de los edificios más altos del hemisferio occidental antes de advenimiento del rascacielos moderno.
Según los arqueólogos, la Pirámide del Sol tenía un templo en su cima que albergaba este gran tallado de piedra de una figura de un anciano con las piernas cruzadas y un bracero sobre la cabeza. Este representa al Dios Viejo del Fuego. El fuego era una fuerza esencial que tanto movía como amenazaba a la ciudad; requería ser manejado con precaución. El arte de Teotihuacan representa manifestaciones de fuerzas naturales y los seres y ritos diseñados para mantener estos elementos en equilibrio cósmico.
El Dios Viejo del Fuego también tuvo un papel importante en la unificación de la ciudad. Algunas versiones tempranas de este dios aparecieron en el centro y occidente de México y en Oaxaca antes del surgimiento de Teotihuacan. Con la rápida afluencia de personas de estas áreas en el amanecer de la historia de la ciudad, y con el reto de unificar a poblaciones tan diversas, los líderes municipales parecen haber tomado ventaja de esta deidad en común, el Dios Viejo del Fuego. Las modificaciones al estilo teotihuacano de las tradiciones anteriores ayudaron a consolidar a los muchos y diversos grupos étnicos. Se han encontrado más de 100 figuras del Dios Viejo del Fuego en toda la ciudad, en sitios que reflejan tanto niveles sociales altos como humildes.
Otras deidades en Teotihuacan: El Dios de las Tormentas y el Dios del Maíz. El Dios de las Tormentas Teotihuacano es representado con cejas arqueadas o anteojeras, un labio superior curvo y colmillos agresivos. Este dios también porta un cetro de rayo en la mano derecha en referencia al fuego y a las tormentas violentas. Teotihuacan está en una zona relativamente árida que recibe poca lluvia fuera de la temporada de junio a octubre. La tierra agrícola se creaba y se mantenía por medio de la modificación y reencauza de los manantiales y los ríos que fluían por la ciudad. Aun así, la productividad de la tierra dependía del clima favorable y, por lo tanto, del apaciguamiento del Dios de las Tormentas. Se han encontrado en Teotihuacan muchas vasijas de cerámica con la imagen del Dios de las Tormentas, así como imágenes en los murales de personajes de la élite ataviados como el Dios de la Lluvia.
En la mayoría de las antiguas culturas de Mesoamérica se encuentran las familiares imágenes de los dioses del maíz, pero, curiosamente, faltan en Teotihuacan. Resultados recientes de investigaciones sugieren que las numerosas y enigmáticas máscaras de piedra dispersas en Teotihuacan con una cara masculina idealizada podrían, de hecho, representar al Dios del Maíz. Esto coincidiría con las imágenes de esta deidad como un hombre joven físicamente prístino encontradas en gran parte de Mesoamérica. Se han hallado muchas caras de piedra a lo largo de la Calzada de los Muertos, indicando su importancia en los ritos de la élite, pero se desconoce el uso exacto de ellas. Más de 500 máscaras similares se han identificado a la fecha, incluyendo alrededor de tres docenas teniendo contexto arqueológico propio dentro de la ciudad misma.
Complejos Habitacionales
Fuera del centro ceremonial, gran parte de Teotihuacan consistía en complejos habitacionales arquitectónicamente similares, construidos en un plan reticular. Los ocupaban grupos de familias extendidas, quienes a menudo se dedicaban a la producción de determinada artesanía — obsidiana o cerámica, — por ejemplo. Aunque no conocemos el idioma dominante que hablaban los teotihuacanos, sabemos que diversos grupos étnicos de diferentes áreas de Mesoamérica vivían allí y hablaban múltiples idiomas. Algunos vivían en enclaves étnicos, donde llevaban a cabo algunas de las prácticas culturales de su tierra de origen.
Se estima que en toda el área de Teotihuacan había unos 2,000 complejos habitacionales de diversos tamaños y nivel de decoración. En muchos casos las paredes del departamento ostentaban murales muy elaborados que han sobrevivido por siglos porque fueron pintados directamente en el yeso húmedo que recubría la pared, creando una superficie extremadamente durable. Al desintegrarse los muros superiores, sólo las pinturas en los pisos inferiores sobrevivieron, dejándonos sólo un vistazo de lo que alguna vez fueron.
Los murales más elaborados eran exclusivamente para los centros administrativos y los departamentos de las clases alta y media. Este mural viene de un complejo de residentes ricos y podemos asumir que la figura opulentamente ataviada representa a un miembro de la élite de la sociedad teotihuacana. Los arqueólogos y los historiadores del arte postulan que estos miembros de la élite tenían roles de liderazgo decisivos.
Leer como un Teotihuacano.
La decodificación de los eventos representados en estos intricados murales requiere verlos de cerca y con paciencia.
El Gran Fuego y la Herencia
Varias esculturas de Teotihuacan, entre ellas, esta figura de mármol, exhiben evidencia de destrucción violenta con relación a un incendio que marcó el fin de la ciudad. Alrededor de 550 EC el centro ceremonial fue quemado y los objetos rituales fueron rotos y dispersados—actos cuya intención era despojarlos de su poder ritual. La muerte de Teotihuacan puede haber resultado de dificultades del medioambiente o del malestar político y las tensiones sociales basadas en las migraciones hacia el Valle de México. Comoquiera que fuere, los sistemas de sostenimiento urbano y religioso determinados por los gobernantes teotihuacanos que habían funcionado exitosamente durante más de 400 años se vinieron abajo, y el dominio regional de Teotihuacan concluyó.
Para los aztecas, quienes llegaron a la prominencia casi 900 años después de la caída de Teotihuacan, la antigua ciudad era considerada el lugar donde los dioses le dieron existencia al mundo. Le dieron el nombre que usamos hoy, también nombrando a las Pirámides del Sol y de la Luna y a la Calzada de los Muertos. Los monumentos de la ciudad han tenido un papel central en la identidad nacional mexicana desde los comienzos de la arqueología a fines del siglo XIX. Como una ruina antigua, Teotihuacan es uno de los sitios arqueológicos más visitados del mundo, dándole la bienvenida a millones de visitantes cada año. Como lo hizo en la antigüedad, la escala y planificación de Teotihuacan continúan inspirando admiración tanto en visitantes como en académicos contemporáneos. Es a la vez un lugar que un habitante de una ciudad moderna reconoce instantáneamente como un ambiente urbano y un lugar que refleja la intención de sus creadores de construir un espejo del cosmos.
Teotihuacan en San Francisco
A pesar de que el estado de Teotihuacán colapsó casi 1500 años atrás, el legado de esta antigua ciudad sigue vivo hoy en día. En el Mission District de San Francisco, imágenes de la Serpiente Emplumada se contornean sobre fachadas de tiendas y callejones. En Teotihuacan, el símbolo de la Serpiente Emplumada representa una cultura y sistema de creencia común que unió a las diversas poblaciones inmigrantes y contribuyó a una identidad compartida. La tradición continúa: el arte de Teotihuacan, ahora un símbolo de la historia y cultura mesoamericana, contribuye al multiculturalismo que celebra San Francisco.